Escrito por Dominic Ortiz
Fotos por Claudia Cortez
Produjo: La Oreja
Talcahuano siempre los sigue. Es parte de su esencia, su identidad y por ello es que define cada show que ofrecen Los Bunkers. Sin ese origen (del cual se sienten muy orgullosos), no serían quienes son hoy. Por ello, cada vez que suben al escenario, se siente como un viaje sin orden a sus raíces: una conversación entre el pasado y presente que nos muestra cómo se fueron consolidando como una de las mejores bandas nacionales. Pero eso no los salva de ser pifiados.
La primera noche tuvo un público intenso y ansioso, que no perdono esos 15 minutos de retraso y llenó todo el Movistar con chiflidos. Sin embargo, bastó que la banda pisara el escenario para que todo cambiara: los chiflidos se convirtieron en gritos eufóricos y aplausos descontrolados y eso que aún ni comenzaban con la primera canción.
Un repertorio que dejó satisfecho
3 horas de concierto. Ciento ochenta minutos casi exactos en donde el público vivió un viaje musical tan amplio como los años de carrera de Los Bunkers. El repertorio incluyó un total de 30 canciones, siendo “Miéntele” la encargada de darle apertura al concierto. Le siguió “Las cosas que cambié y dejé por ti”, “Bajo los árboles” y “Calles de Talcahuano”. Esta última hizo que el público coreara y aplaudiera al ritmo de esos sonidos folk, que son marcados por una percusión ligera, que tanto caracterizan la canción.
Creo que aún no te conté, pero esta nueva gira se caracterizaba por ser “unplugged” (desenchufado en español), lo que significaba que las canciones tendrían un formato acústico que funcionó a la perfección. Y es que despojar sus canciones de los sonidos y efectos eléctricos y agregarlo guitarras acústicas, percusiones suaves, arreglos que se sentían más íntimos hizo del espectáculo algo erizante.
Algunas canciones que cambiaron a este formato completamente “desenchufado” fueron “llueve sobre la ciudad”, “el hombre es un continente” y “si estás pensando mal de mí”, las cuales fueron acompañadas por “Cuarteto Austral”, quienes, con sus dos violines, su viola y violonchelo hicieron que por unos minutos el Movistar Arena pareciera un concierto sinfónico.
Lleno de covers, homenajes e invitados especiales
Silvio Rodríguez es uno de los cantautores que ha acompañado a Los Bunker durante décadas, y esta noche quedó clara su influencia en la banda. “El necio”, “Quien fuera”, “Ángel para un final” fueron los temas elegidos para rendirle homenaje. También estuvo presente la esencia de la cantante nacional Violeta Parra con la canción “Exiliada del sur” y un guiño a la historia del Rock con “Let Ém in”, de “Wing”, banda que formo Paul McCartney en 1971.
Pero como no todo es rock y musical folklórica, antes de empezar a tocar “Ven aquí” se echaron leves acordes con un tono más “bailoteable”, que con el paso de los segundos se identificó como “Un año más” de la sonora de Tommy Rey. Esta intro versión cumbia hizo que todos los presentes, inclusos los que estaban sentados, se pusieran a bailar al ritmo del fallecido cantante chileno.
Pero ninguno de esos homenajes emocionó tanto como el invitado especial de la noche: Juan Carlos Bodoque, quien se subió a interpretar “Una nube cuelga sobre mí”, canción que tiene un video musical dirigido por este famoso periodista. Aunque no es primera vez que aparece sobre el escenario junto a Álvaro López, recordemos que en su Estadio Nacional 31 minutos los acompaño durante toda la canción e incluso ayudaron con los coros.
Entre luces cálidas y un Álvaro López disfrutando
El escenario era simple: músicos con sus instrumentos, luces en tonos cálidos que aportaba la intimidad que requería esta nueva propuesta musical y todos los integrantes ordenados en una fila para darle la visibilidad a lo importante: la música. Nadie se peleaba por protagonismo, todos tenían su momento de brillar y su exposición al público. Excepto Álvaro López.
Porque, aunque todos tenían su momento para destacar, fue Álvaro López quien se llevó toda la atención: pasos de baile desenfrenados y una energía que desbordaba que te hacia cuestionarte quien estaba más feliz, si el público por escucharlos o Álvaro por poder mostrar su gran talento de piernas y brazos. Y es que el penquista no solo es buen cantante, sino que un bailarín muy coqueto sobre el escenario.
Pero tuvo competencia. La mexicana, como denominaron, tuvo su momento de brillo con “Heart of Glass”, un cover que se me olvidó contarte que también estuvo presente. Baile, sombreros, pasos abstractos por parte de López le estaban dando cierre a un concierto memorable.
Después nos tocó a nosotros. La bola disco que al principio te preguntabas porque estaba ahí, empezó a girar con luces que te decían: “es tu momento de bailar, levanta el trasero”. Bajo esa luz hipnótica todo el Movistar bailo por unos segundos.
¿Cómo resumir 3 horas de arte?
Como si todo lo que te he contado no fuera suficiente, el cierre del concierto fue a lo grande. Con bailarines de caporal y una banda acompañante se escucharon los acordes de “Ven aquí”, invitando a la gente a sacar los prohibidos que aprendieron en cuarto medio antes de irse a sus casas.
Al salir del Movistar, la sensación era clara: Los Bunkers no solo ofrecieron un concierto, sino una celebración a la música latinoamericana, a las raíces que nos identifican y a su propia historia. Entre rock y folklor, lograron unir pasado y presente, recordándonos que el rock chileno sigue latiendo con fuerza. Su Unplugged fue una forma de decirnos que la música puede interpretarse de todas las maneras posibles sin perder su esencia ni su mensaje, y que la diversidad no tiene por qué competir, si puede convivir y potenciarse.
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