Escrito por Ki
Fotos por Gabriel Lizama
Produjo: Fauna Producciones
El 1 de abril lanzaron Vándalos, y cuatro meses después vinieron a demostrar en carne y hueso por qué este disco ya es parte de su historia. Bandalos Chinos regresó a Chile con una misión clara: presentar su nuevo material y conquistar por primera vez el imponente Teatro Caupolicán. Expectativas altas, recinto lleno y una banda lista para dejarlo todo. Y vaya que lo hicieron.
A las 21:10, la penumbra se apoderó del teatro y un video narrado por la inconfundible voz de Goyo preparó la garganta y los dedos para grabar. Minutos después, el sexteto —ahora septeto gracias a la incorporación del productor Fermín Ugarte— hizo su aparición triunfal, desatando una ovación que no aflojó en toda la noche.
“Una señal” abrió la velada con un estallido de saltos y euforia, seguida por “El ritmo” y “Comando juntar”, en un arranque que dejó claro que el viaje recién comenzaba. El primer gran quiebre vino con “Mi fiesta”, uno de los himnos de la banda, interpretado con una potencia que hizo vibrar hasta las butacas más lejanas. Entre tema y tema, Goyo presentó oficialmente a Fermín como “el séptimo Bándalo”, arrancando aplausos y sonrisas.
La complicidad con el público fue creciendo canción tras canción. “Mentira” mostró a un Goyo sorprendido —y visiblemente feliz— al ver que el nuevo álbum ya se lo sabían de memoria. Micrófono hacia el público, coro masivo y esa conexión que solo se logra cuando artista y fans están en la misma sintonía. Entre gritos de “mijito rico” y “la colita”, el frontman se dejó querer, devolviendo guiños y frases como “andan loquitos hoy… y me gusta mucho eso”.
En escena, cada integrante es un planeta con su propia órbita, pero juntos forman un sistema solar perfectamente alineado. Y en el centro, Goyo brilla con un carisma que nunca se siente impostado: baila, conversa, provoca y se entrega sin reservas. “Demasiado” trajo uno de los momentos más mágicos, con el Caupolicán iluminado por linternas que crearon una constelación improvisada para esta balada pop.
Tras “Tu órbita” llegó el receso previo al encore, pero no sin antes un agradecimiento sincero: “Qué bonito todo esto. Muchas gracias por todo el cariño que nos dan y nos han dado siempre”. El regreso fue explosivo: “Revelación I”, “Revelación II”, “Departamento” y, cómo no, “Vámonos de viaje”. Apenas sonó su primera línea, el Caupolicán se convirtió en un karaoke monumental, con voces y cuerpos moviéndose al unísono.
El cierre llegó con “Te amo”, misma pieza que despide Vándalos, dejando en el aire esa sensación de haber vivido algo redondo, intenso y honesto. Fue un setlist ya probado en otras ciudades, sí, pero con una energía y entrega que lo hicieron sentir único.
Bandalos Chinos no solo llenó un Caupolicán; lo convirtió en un club privado donde todos fuimos parte de la fiesta, la nostalgia y la complicidad. Ahora el septeto parte a Montevideo, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Ciudad de México, Estados Unidos y España, pero la noche chilena ya quedó marcada como uno de esos recuerdos que no se borran fácil.
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