Review + Galeria | St. Vincent en Chile: A pata pela y surfeando entre el público

Escrito por Dominic Ortiz
Fotos por GaryGo
Produjo: Fauna Producciones

Después de dos Lollas en chile, St Vincent volvió al país, pero esta vez con su show en solitario en donde deslumbro en el teatro Caupolicán con su voz cautivante y su dinamismo en el escenario.

Con 12 minutos de retraso y entre los gritos eufóricos del público, Anne Clark finalmente apareció en el escenario. En completa oscuridad y con solo una guitarra resonando, su voz emergió para interpretar "Reckless", una canción de su más reciente álbum. Desde ese primer momento, el público quedó cautivado, entrando en sintonía con lo que estaba por venir.

Un Setlist cautivador

Aunque esta gira está centrada en su nuevo álbum All Born Screaming, que protagonizó gran parte del setlist presentado en el Caupolicán, St. Vincent se encargó de llevarnos en un viaje sonoro a través de sus distintas etapas, demostrando en vivo lo multifacética que puede llegar a ser. Con una puesta en escena que osciló entre la crudeza emocional y la precisión técnica, la artista reafirmó por qué sigue siendo una de las voces más singulares e innovadoras del panorama actual.

El viaje musical empezó con “Reckless” una canción lenta que dio la introducción perfecta, seguida por “broken man” y “Birth In Reverse” que hicieron cambiar el “modo” de inmediato haciendo saltar a todos los presentes. Para luego continuar con “new york”, “suggar boy” y “violence times”.

Una performance sensual y caótica

“Aburrido” y “estático” son dos palabras que St. Vincent claramente no conoce sobre el escenario. Con un juego de luces que la enfocaban directamente y una banda que la acompañó tanto musical como performáticamente, la norteamericana coqueteó con el público, bailó, saltó y gritó todo lo que quiso.

Vestida con un traje negro que terminó cubierto de talco tras lanzarse al suelo varias veces, incluso llegó a perder uno de sus zapatos en medio del crowdsurfing que hizo entre los presentes, siendo rescatada por los guardias de seguridad, a quienes dedicó sensuales movimientos de cadera mientras la devolvían al escenario, provocando la ovación del público.

Durante casi dos horas de concierto, fue imposible apartar la mirada de una artista que, con su carisma, energía desbordante e imponencia teatral, logró cautivar de principio a fin.

Una voz camaleónica y una banda a la altura

La voz de St. Vincent en vivo es tan impredecible como fascinante. Puede comenzar susurrando con delicadeza, para luego estallar en gritos rasgados. Su capacidad vocal no reside en la potencia tradicional, sino en cómo adapta su timbre y expresividad a cada canción compuesta. A lo largo del show, exploró desde registros melancólicos y casi teatrales hasta momentos de furia controlada, siempre con una intención escénica precisa.

A su lado, una banda sólida y milimétricamente coordinada supo seguirle el ritmo, aportando texturas densas, riffs eléctricos, sintetizadores envolventes y una batería que marcó el pulso con intensidad quirúrgica. Incluso obteniendo su momento de solo, que dejo a todo el público eufórico y pidiendo más. El conjunto creó una atmósfera en la que cada canción era un acto performático, donde música y voz se fundían en una narrativa que no dejó espacio para la indiferencia o el aburrimiento. Un viaje sonoro en su mayor expresión.