Review + Galeria | Paul McCartney en el Monumental: una noche imborrable y llena de emociones

 

Escrito por Dominic Ortiz
Fotos por Andie Borie

Pasadas las 21 horas y mientras dos pantallas gigantes mostraban imágenes del británico y sus compañeros de banda, Sir Paul McCartney pisa el escenario instalado en el Estadio Monumental. Imponente y con una mirada juguetona, que te hace saber que disfruta pararse en un escenario, mira por unos segundos a las casi 44 mil personas que tiene frente a él quienes están rendidos a sus pies desde mucho antes de que saliera de su camerino; como una especie de culto quién está mirando a su mesías. El elegido. Paul McCartney.

Vestido de traje oscuro, camisa, con bajo cruzado y una confianza envidiable, saluda al público y con un español bastante decente se le escucha decir: “Hola chiquillos y chiquillas. Hoy trataré de hablar un poco de español”. Después de gritos desenfrenados, el concierto comienza oficialmente. Got Back Tour se caracteriza por ser un viaje en el tiempo no lineal, pasando por “The Beatles”, “Wings”, su carrera en solitario, un par de homenajes por ahí y volviendo a “The Beatles”. Pero a pesar de que hace un recorrido por su trayectoria musical completa (más de 50 años), la verdad es que este recital es una cadena de momentos sobre la historia de “los 4 chicos de Liverpool”, como le gusta decir al inglés, quien en todo momento homenajea su paso por la banda que cambió la música, y que sigue inspirando a nuevas generaciones.

Canciones como “Can't Buy my love”, “Letting go” y “Let me roll it” fueron de las primeras canciones interpretadas por Paul McCartney, con las que prendió a todo el estadio haciéndolos gritar, saltar y corear cada una de sus canciones. Pero el espectáculo no sería lo mismo sin la increíble banda que lo acompaña: un trío de viento que se roba el show por momentos, dos guitarristas (Rusty Anderson y Brian Ray), el tecladista y la guinda de la torta, el baterista quien participa activamente de la dinámica del concierto, haciendo reír a la gente.

En una pausa, McCartney se saca la chaqueta para sentirse más cómodo arriba del escenario, lo que causó gritos desenfrenados por parte del público y halagos que el artista agradeció a pesar de que no entendía: “no tengo idea de qué están diciendo”, se le escuchó decir en respuesta a los clásicos gritos chilenos de “mijito rico, mijito rico”.

Aunque Paul improvisa algunas cosas durante el concierto como tocar el piano, mientras se escucha un “ole ole, Paul, Paul”, se nota que el show está pensado al más mínimo detalle. Mientras las dos grandes pantallas muestran visuales, Paul McCartney te va contando para quien está dedicado cada fragmento del show. Una de las primeras homenajeadas de la noche fue su "amada esposa Nancy, quien nos acompaña esta noche”, a quien le dedicó baile y corazones, mientras que la gente se unía a ello.

El homenaje siguió con Jhon Lennon. “Este es un temita para mi compadre Jhon”, dice el británico mientras se eleva en una tarima y suena “Here Today”. El público se emociona e incluso algunos lloran. Pero esa no seria la única vez que Lennon estaría en el escenario, porque cuando sonó “I´ve got a feeling” volvió a “pisar” el Monumental junto a McCartney e interpretan un dueto que nos dejaría a todos con una sensación en el pecho indescriptible. Luego, y con cambio de guitarra por ukelele, se le escucha decir que la siguiente canción va para su amigo George Harrison. Y mientras mira al cielo (al igual que lo hizo con Lennon), suena de fondo los primeros acordes de "Something".

Se sabe que Paul McCartney es quien está dando el concierto, pero que homenajee tan hermosamente a sus compañeros de banda, y le dedique palabras emotivas a esa parte de su carrera, es algo que los fanáticos agradecen. Incluso, cuando sonó "Now And Them", la última canción que sacó The Beatles el año pasado con ayuda de la IA, pero con las participaciones originales de cada integrante por unos segundos, y para alguien que jamás los pudo ver en vivo, se pudo sentir al cuarteto británico en vivo.

Pero la tristeza no fue la emoción que Paul McCartney esperaba provocar y por ello el resto del show fue baile y disfrute asegurado. “Y ahora los quiero ver cantar a ustedes. Quiero que canten solos”, pide a 44 mil personas mientras toca “Ob-La-Di, Ob-La-Da”. Esa misma dinámica vendría después con “Let it be” y “Hey Jude” canciones que se cantaron entre el público y Sir Paul, las cuales crearon una dinámica impresionante entre el artista, quien miraba sorprendido al público, y los presentes quienes no daban más de la emoción. Pero “Live and Let Die” fue el cierre de oro, con pirotecnia, fuegos artificiales, juego de luces y con un Paul saltando y lleno de energía arriba del escenario. ¿Saben que tiene 82 años? Impresionante.

Hablando de impresionante. Algo que me impresionó ver (¿realmente impresiona?) es la diversidad de generaciones que se reúnen para ver al inglés interpretar un setlist de 3 horas. Desde niños que no pasan de 8 años, hasta señores que perfectamente podrían haber visto nacer a The Beatles. Todos coreando y disfrutando de cada una de las canciones. Temas que se crearon 50 años antes de que naciera ese niño que está acompañando a su papá, pero que para él, es tan importante como lo fue en los años 60 para toda una generación de jóvenes.

Como conclusión, el desplante que tiene arriba de los escenarios y la vitalidad que demuestra en cada canción, te hacen cuestionar si realmente Paul tiene 82 años. Verlo saltar y disfrutar con los presentes te hace recordar al joven bajista, que aunque ahora está más canoso y la voz por momentos suena más baja, sigue estando impecable arriba del escenario. Con 3 horas de concierto en donde osciló entre canciones viejas y otras más “nuevas”, entre sus canciones como solistas y las clásicas de The Beatles, Paul McCartney dio un concierto espectacular, algo que quedará en el recuerdo de 40 mil personas y en el mio.

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